Claudia
Un día como hoy
bajaste a la tierra,
hija de luna eres
y el mar que me atormenta.
Tu piel como blanca nieve
que en los Andes se refleja,
abrazo mortal de un calor helado
que miro de lejos y no me atenta.
Labios de rosa escarlata incansables
para el hombre común que te ostenta,
vendería mi alma por una sola
gota de néctar que secretas.
Bailaría en el infierno
por un sólo beso de tú boca,
regalaría los secretos de la alquimia
por un te amo en mi historia.
Mi corazón no te tiene,
duendes danzan alrededor de un hexagrama,
tú filimisco andar
espanta el castigo de mi alma.
Hoy se cumple un año
que traes luz como una aureola,
y el problema de no saber
si eres mujer o diosa.
Consiente yo, sólo te percibo
en la estoica memoria,
borracho yo, estás presente
al igual que cualquier persona.
Raros son los regalos que
la absurda vida da,
conocerte es el cenit
beso de la madre tierra.
Tu aroma una flor
de un lejano avatar,
salva esta oscura cueva
que sólo el olor de rocas sabe al soñar.
Ojos claros de una
mirada crepuscular,
por cada pestañazo que das
una ráfaga de viento me llegara.
Tu voz resuena en el diapasón
de mi guitarra añeja,
letanías de ruiseñores
que juegan en magia arcana.
Tu voz es el sonido de
sirenas en la mañana,
cada día te escucho menos
y la muerte me llama.
Miles de hojas no bastan
para describir tu afable hermosura,
que en los sueños del alma
se vuelven una eterna locura.
Abjuro ante el amor
que alguna vez desee olvidarte,
al no llegar a merecer el abocado
vino de poder desearte.
Adagio del cantor sublime
y un adalid te añora,
que en los campos de batalla
el beso de tú boca mora.
Aceite de amor en cascada
cae por tu agraciada cabeza,
el adonis que buscas
lo hallarlas sin pereza.
Recatada tus movimientos
que Afrodita de envidia,
afásico quedo yo al
deleitarme con tal belleza.
Tus huesos plata de
Potosí saqueada,
escarbado por esclavos
que los lleva la muerte blanca.
Afrenta contra el mudo
silbar de mi corazón,
el fino sonar de tú voz
no tiene comparación.
Alborozas cada célula de
mi ser airado de la justa,
no hay diamante más fino y valioso
que como tú representas.
Que en la oscuridad
que me encuentro,
no deseo nada más
que tu tierna mirada albura.
El dolor de mi cuerpo no es nada al saber que no estaré cerca de ti este día,
Perdóname por mi siniestra borrachera
que traiciono mi fidelidad a ella,
ahora ciego y sordo
por su culpa y mía me deja.
Si la muerte otra vez por mí pasara,
lo último que yo haga
es dibujar tu rostro en las estrellas de mi alma.
Tan hermosa como la rosa,
tan brillante como sol de primavera,
tan dulce como confite de almendra,
tan pulcra como nevada aimara,
tan sagrada como la retama,
tan bella como una estela,
un Claro de Luna de Beethoven te recuerda.
Eres hija de luna
que en la oscuridad eres luz esperanza,
que al viajero guías
al brillo de tú alborada crepuscular.
Y un beso Franco te espera…
Colaboración de Kari
Bolivia
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