Soñandote
Miraba el atardecer, tras la satisfacción que me producía el mirarte desnuda tras un vestido de tela fina con un escote redoblado que reproducía cada pétalo de tu piel.
Mis palabras te calmaban, y mis besos con sabor a cielo daban en ti el jubilo de saberte y pienso, y pensando tras el motivo de tu partida busco y encuentro relaciones que entrelazan una serie dinámica de acontecimientos.
Miraba la luna y me producía placer la lejanía de tus ojos en mi piel y el beso puro y simple que despegaba mis hombros de la cama y que me hacia temblar tras el hecho de tenerte cerca, yo escribía y pensaba en tus palabras y dudaba que en ellas pudiese encontrar y recopilar todo lo que un día perdimos.
Recuerdo una vez de noche en primavera, era frío pero así y de andantes paseábamos por las olas de la playa, la arena estaba mojada y nuestros pies se hundían en el resoplar del viento contra los muros de piedra que rodeaban nuestra existencia. Un beso, una sola piel, un orgasmo, un toque suave, y una mirada que penetraba más que tus dedos en mi piel. Te sentía tan cerca que no respiraba, solo percibía tus manos recorriendo cada partícula de mi cintura, completamente desnuda. Y tus ojos me miraban con ternura y dislocaban mis sentidos tras el simple hecho de haberme hecho tuya, haberme hecho sentir simple y pura.
Continuaba escribiendo y pensaba en ti, miraba mis manos y se movían con apuro, le escribían a tus ojos, le escribían a tu piel… Tras el sentir tus manos palpitando cada centímetro de mi cobertura blanca que tras la luna llena se tornaba azul. Sentía tus manos frías, tediosas que retumbaban cada espacio de mi mente susurrando entre el silencio que producía el tenerte entre mis labios, mis besos, mis manos que deseaban juntarse con las tuyas en un solo momento.
Me empujaste y mi cuerpo cayo al suelo, completamente aturdida logre divisar tus ojos que miraban con desespero cada lujuriosa parte de mi cuerpo, tu cuerpo cubierto por la brisa de la noche y las risas de la luna se escuchaban a lo lejos debido a nuestra locura.
Colaboración de Maria Morales
Estados Unidos