Si no me encuentras cuando busques las confesiones de tu soledad, puedes de puntillas, desnudar los recuerdos. Cuando sostengas esta carta entre tus dedos, si tus ojos se prestan a inflamar mis letras con la indulgencia de tu corazón, verás en ellas esa agenda que es el alma donde sólo está escrito tu nombre.
Desde éste Edén de palabras y lozanos sentimientos, gracias a la mágica migración que soporta un sello, irán igual de pegados mis latidos, los que fueron hechos para habitar en la comisura de tus labios.
Quiero que luzcas al leerme, como el verbo que posee un verso, como esa nacarada sonrisa que moldea tus pómulos, o como ese timbal de reflejos que delinean la armoniosa arquitectura de tus párpados...
Siento el peso de mis pestañas quebrarse sirviendo de sepultura a estériles lágrimas, a mi pecho disciplinado en dolor, y yo, convertido en otro donante del campo santo.
Ya te extraño demasiado, los días se acumulan torpes, porqué dejó mi calendario de ser misericordioso y el tiempo ahora es un vivero de cipreses.
Quería contarte, que ya no puedo estar sin ti mi amor y que no sólo voy a meter en está carta mis sentimientos, si no toda una orquesta sinfónica de ¡te quiero! y esa palabra que se estiliza, al sellar esta carta con un ¡te amo! Hemos construido con el orgullo de nuestras almas, esa presencia del amor convertida en hijos, y por muchas noches a solas que beba lágrimas, junto a la sombra de la tristeza, siempre vivirás en mí.
Sólo tus abrazos encharcan mis pulmones, aunque ahora de tu memoria no salga, esa palabra que dijiste cuando nos conocimos. Hasta pronto amor, que este nido de palabras sirva para acortar distancias, entre nuestro amor y el alzheimer, mientras te leo este diario, con la historia de amor de nuestra vida.
Te quiero amor mío.
Colaboración de Robles10a
Perú