Un día; un único y bendito día. Los cielos vibraron de alegría
cuando se plasmaban en la tierra los primeros albores de paz,
cuando los árboles, aves, y mares unificaban sus cantos y suaves voces,
cual alondra que ofrenda sus cantos en los amaneceres cada día.
Cuando los rayos solares abrazan a la creación y besan a la tierra,
cuando los ruiseñores y las sagradas aves del paraíso bendicen el día.
El alabante susurro y el murmullo de los ríos mares y océanos,
con sus cristalinas y delicadas aguas que descienden en cascadas,
en ondas sempiternas que vienen y van en un delicioso vaivén.
Los ríos llevan sus aguas en alegres y juguetonas corrientes,
que se deslizan cual serpientes que avanzan sobre sus aguas,
así las aguas salen desde las altas montañas bañando los valles
hasta llegar a los insondables mares y océanos que les esperan ansiosos.
Y en el instante sagrado, en el momento esperado,
y en el segundo anhelado se fusionan sus aguas,
en un inmarcesible connubio de amor, romance y ternura,
es un instante, un momento difícil, de describir con las palabras,
ni el más celestial cantor, ni el más versado escritor, ni el más enamorado poeta
pueden con sus cantos, versos y poemas, el sagrado instante describir,
cuando las aguas de ríos mares y océanos se unen en este eterno momento de amor.
Es allí donde se evaporan en sublime trance amoroso las aguas,
donde las aguas recorren tiempos y lugares eternamente rodeadas siempre
de una blanca espuma sagrada, eterna, inmortal e imperecedera;
Para convertirse en el sagrado aire que dan vida y nos vivifican,
cuando de la límpida, cristalina, y burbujeante espuma de la mar, la vida
se inmortaliza dando un nueva figura, un nuevo cuerpo; etéreo, ninfeo y vaporoso.
Es la sagrada espuma de océanos, que el inmortal rayo de Zeus gesta y concibe,
cuando sus rayos la inmortalizan y le dan vida, cuando su celestial y eterno amor la cobija,
así tiemblan los rincones de la tierra, donde los gigantes, arrojados al tenebroso submundo,
quisieron evitar que los Dioses del Olimpo plasmasen su inmortal reino en la tierra,
cuando caminasteis por las playas de aquellos mares; los humanos ninfas e inmortales,
Preguntaronse entre si y ¿quién es esta? Y los cielos abrieron sus inmortales voces diciendo:
Afrodita; la divinidad más celebrada del Olimpo, la diosa del amor y de la belleza.
Objeto de culto en todo el mundo, caminando por los mares, valles y praderas,
donde las plantas de vuestros pies se posaban, un paraíso de flores brotaban;
y crecían bajos tus pies, llegasteis hasta Citera, pasasteis por el Peloponeso
fijando tu residencia definitiva en la Isla de Páfos donde aún pervive vuestro santuario.
Donde allí, las estaciones, hijas de Temis os vistieron y engalanaron,
trajisteis a la tierra el deseo esencialmente espiritual de amor puro y divinal.
Y ofrendasteis a los mortales la fuerza de la voluntad para vencer la bestia del mal.
Así los mortales e inmortales vieron de una concha a una Diosa desde el mar saliendo,
Con su esbelta figura, una sonrisa en los labios, y su dorada cabellera exprimiendo.