Mi Ángel
No te percatabas tendida sobre flores y el suelo
al pasar en busca tuya, mi ser, añorado sueño
desde siempre te he esperado vida, con empeño
y Dios me concedió que descendieras del cielo.
No viste alma mía, la súplica al descubrir tu velo
a la cita, desde aquella brillante estrella venías
ilusionada, un paraíso brindaste, finalizar de mí la agonía
y tu nimbo, tal delicada tiara, irradiaba lujosa a tu pelo.
Quise decirte, ¡ángel mío!; tu boca carmín me prohibió
así en el blanco silencio entendí, este amor, el más bello
al mirarte profundo en tus pupilas, de júbilo un destello;
dijiste, confieso ser mujer que a vuestro ruego acudió.
Distante de tamaña realidad te escudriñaba mejor
detenido frente al armiño de tu pecho observando
queriendo seguir descifrando enigma, alegre llorando
sin duda ángel eres, disfrazada, ¡oh! mujer con pudor.
Me aprisionaron tus finísimas manos, menguando la caída
anhelando que me pidieras aquel inimaginable beso
como besarte no pude, me apoderó certero tu embeleso
y bajo manto nocturno culminaba terrenal gloria, tu huida.
Fuiste excelsa de tu entrega al venir, lo divino ocultaste
procedencia empírea negaste, confundido me creíste
yo supe que de ti y que antes de hembra, espíritu fuiste
por mi clamor viniste, por mi fe me amaste.
Depón por piedad la bondad, permite descubierta ahora
hada, espíritu, ángel, mujer que mi existencia te honre
deja y te muestre, ente redentora, como ama un hombre
lo celeste, lo místico, la doncella que enamora.
Convencete divinidad otorgada, sin altivez, ni orgullo
en aquella alfombra de flores donde descansabas
supe al verte que era yo quien esperabas
venida de un palacio de estrellas para hacerme tuyo.
Colaboración de Pedro
Estados Unidos
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