Danzo con tu alma
Si el amor es ciego, es un milagro que con el oído comiences a amar.
Escapas de la noche que te adormece con memorias de melancolía y flores de azahar.
Es irónico ya que en las noches es cuando más te pienso.
Y en el día el calor de la luz del sol no sustituye a la imaginación de este comienzo.
Ya no quiero caminar buscando a la mujer indicada, no es alarde de pereza.
Quiero que estés a mi lado y sentir el alba de tus labios en mi conciencia.
Esta pena asesina a la creación de una fantasía palpable.
Y tu voz resucita al contacto inmediato de lo inimaginable.
Me muero por ti entre las líneas de un par de versos.
Y me tengo prisionero de las alas de tus abrazos y besos.
Las historias de mis manos hablan de un ángel traído por el mismo Dios.
Y él mismo te formó para mi explosión cardiaca, tan sólo nosotros dos.
Mece al amor de mi corazón, haz que se arrulle en tu rostro.
Sé que puedo borrar las nubes grises del cielo, y ningún otro.
¿Podría alcanzar la gloria entre un par de canciones y de varios sonetos?
No lo sé, tú eres esa meta no alcanzada, tan sólo entre un sueño.
Cuando el viento canta tu nombre y trae tu aroma, caigo rendido.
Mi corazón late deprisa, cada célula de mi ser se vuelve un ser totalmente intranquilo.
Y las lágrimas se secan con el calor de tu designio y tu piel.
Pasan a ser gorriones celestiales, volando entre tus cabellos negros y miles de estrellas de papel.
Desembocan en el río de tu boca y salen como las alas de una mariposa.
Vuelan con el cálido aliento de tu amor y dan la vuelta al mundo.
Y rodean mi mente totalmente torpe, y poco a poco su aleteo me provoca.
Ay poeta y musa mía, doncella de este único poema, cariño profundo.
Te añoro y deseo tanto, no hay día donde no te mande una buena intención.
Y no lloro por tu causa, lo que deseo es llegar a tu corazón.
No hay motivo más entendible que el de llegar a acaparar tu razón.
Si has liberado el espíritu de un deseo tan fuerte como tú misma.
Y no hay nada más hermoso que tú, y tu silueta entre la luna y la cornisa.
Contigo se para el tiempo, no hay mal que me dañe si tú estás aquí.
Tú, ángel del cielo, estrella del amanecer, todo esto es por y para ti.
Colaboración de Joaquín
Perú
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