El Tango y la Luna
Desde que el Tango vio a la Luna, sus agonías se intensificaron, sus tristezas se hicieron llanto, al verla tan bella y lejana.
Cantó con fuerzas sus penas, y su luz le suplicaba, cada noche que ella, asomaba por esa ventana.
Y ella no escuchaba...
El Tango se puso celoso, de las estrellas que la rodeaban, pero ella lo ignoraba, por más fuerte que él cantara.
El Tango entonces enfureció sin razón aparente, y sus notas se hicieron aún más fuertes; pero el son del bandoneón delataba el sufrimiento, y el violín fue más intenso en su lamento: enamorado de la Luna, el Tango perdía su compás.
Y ella seguía sin escuchar...
Hasta que una noche decidido, el Tango puso el grito en el cielo, allá donde estaba ella; ella lo estaba oyendo.
Ahora la Luna escucha melodías de amor sincero.
El Tango ya no llora, porque el amor le cayó del cielo.
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