Tu presencia súbita
Sin suave aviso, sin batalla declarada,
tus ojos de fuego me atacaron,
mi alma deprisa fue robada
por legiones que a su paso me arrasaron.
Sin pensarlo robaste mi sueño
y quedé vagando en el desvelo eterno
de caricias sin su dueño,
de días y de noches de este infierno.
Tu valiente cintura lisonjera
con su espada de papel cortó mi vuelo,
feliz y sin alas la herida pasajera
en tus brazos halló el consuelo.
Tu presencia súbita en mi vida
moldeó todos mis sentimientos,
de forma sutil y atrevida,
sin lugar al arrepentimiento.
Con jinetes de abrazos advertidos
derrumbaste mis defensas,
los soldados resonaron abatidos
bajo esta pasión inmensa.
Mis tierras conquistaste
como forastera en lo desconocido,
tu bandera en mi puerta dibujaste
y desde entonces sólo te he querido.
Colaboración de Geraldine
Colombia
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