Carta de una a otro
Te escribo para que me perdones pero guardar esto ya no puedo. Intenté olvidarte en otros brazos, recordar que sólo éramos amigos mientras me ahogaba en otros labios. No te busqué más que para la amistad, no lo pensé, jamás lo imaginé…pero me ganó el corazón, y ahora es la razón quien paga los platos rotos mientras la locura juega de mano con lo que se puede decir “érase una vez mi cordura”.
Entonces quizá sea yo la culpable de esto como de muchas otras cosas, pero lo creas o no, la verdad es que no me arrepiento. Lo ignoré por un tiempo, luego traté de esconderlo, ahora no hago más que retener su vuelo porque el miedo a la caída en verdad me asfixia. Sé que no lo provocaste, nada de esto fue premeditado, pero es demasiado difícil no llorar al quererte y no poder estar a tu lado. Caí en la trampa, tus ojos me convencieron y lo que creí no pasaba del momento se convirtió en un minuto eterno. Seamos sinceros, lo vimos venir y ninguno lo evitó, dejamos que pasara y eso todo lo arruinó.
Así como si fuese pecado lo confesé, recé este amor como plegaria, me arrodillé ante ti, transformé mi vida en una religión devota a tu sombra, mi Biblia fue tu boca y mi cáliz cada una de tus palabras. Es demasiada la emoción que se derrocha pero aún recorre mi cuerpo, desata mis venas y acorrala mis nervios. Ya no pido nada a cambio, con verte feliz me es suficiente, solo entiéndeme y comprende…
Mañana tal vez te encuentre y tú me hablarás de ella y yo de él. Me dirás que la amas y yo tragaré mi alma... Te gritaré que yo siento algo parecido, pero ya no es como contigo. Me mirarás como siempre diciéndome en gestos que aún sigues siendo el mismo. Te contaré un secreto para que de boca en boca vuelva a tus oídos y despierte con furia cada uno de tus sentidos.
O dibujaré una lágrima para compartirla contigo lamentando que aún solo seamos amigos…
L.D.
Colaboración de Ana Clara Colombo
Argentina
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