Cuando es puro el amor
Ven, ocúltate aquí conmigo
entre mis brazos,
abarcado y medido
con ansia enloquecedora
tu cuerpo con mi amor.
Mi sed de tí
se tornará suave melodía.
Verás, cielo mío,
yo haré que algo así,
como el sueño del niño
que durmiendo confiado
esboza rosada sonrisa
sobre el pálpito materno recostado,
algo aún mejor que eso
inunde toda tu alma.
No, no habrá lujuria.
No puede haberla
cuando es puro el amor.
Pero te llevaré de mi mano
por senderos de esmeraldas,
y surcaremos gozosos
embriagados con besos
estelas intergalácticas.
Viviremos nuevos mundos
entre atmósferas ámbar
y brisas celestes y malvas.
Ven, ven aquí
donde no nos vieran
aviesas y torpes miradas.
En nuestro escondite
hará su nido la luz.
Y evolucionarán gozosas,
mil especies de peces exóticos,
mezclados graciosamente
con polícromos pájaros y mariposas.
Sin atravesar el desierto,
ni el valle de la sombra de la muerte,
viviremos un edén
más perfecto que el nirvana.
Autor: Antonio Leiva Jimenez
Colaboración de Isabel Batista
España
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