El bosquejo - de anuario
Te reconozco desde mi espalda con tus ojos
clavados en mi piel. En la luz que brilla en el
tumulto, en tu rostro que refulge en mi dorsal espejo,
en la diaria palma que recorre tu mano de pincel.
Te nombro en la ruta de la seda abultada
cuando caes en tu morada de rostro perplejo
adivino el misterio de tus pies en murmullo.
En tu vientre te miro con la dimensión del hombre.
Siempre más alta que el cielo, diurna en el azulejo
En nuestro habitáculo de compartida linfa llegas roja a mí
con la presencia del aire que enriquece la partícula de un hiato:
Penetro tu cuerpo de célula ampliada. Transgrediendo
el límite de la mirada del animal ceibo, y de tus cerros
urgentes resuelvo su acertijo de deseo al instante del bosquejo:
clavados en mi piel. En la luz que brilla en el
tumulto, en tu rostro que refulge en mi dorsal espejo,
en la diaria palma que recorre tu mano de pincel.
Te nombro en la ruta de la seda abultada
cuando caes en tu morada de rostro perplejo
adivino el misterio de tus pies en murmullo.
En tu vientre te miro con la dimensión del hombre.
Siempre más alta que el cielo, diurna en el azulejo
En nuestro habitáculo de compartida linfa llegas roja a mí
con la presencia del aire que enriquece la partícula de un hiato:
Penetro tu cuerpo de célula ampliada. Transgrediendo
el límite de la mirada del animal ceibo, y de tus cerros
urgentes resuelvo su acertijo de deseo al instante del bosquejo:
Soneto- alejandrino
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina
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