Pierdo las estrellas bajo tus párpados
Eres de la tierra,
nacida donde el tiempo eterno
acumuló sus mañanas.
En los días de estíos y
las noches estiradas de gélidos inviernos
Como el sol quemante de la siesta
plena en la altura del silencio
donde el cielo equipa sus aguaceros y
la vida se desliza en los rastrojos.
Cuando tus labios de grieta
flexible se pronuncian en reflejado
arroyo,
en la oquedad del surco
estallan frutos maduros y
el tulipán hembra engorda con el cerezo,
bajo la sonata del ceibo acústico
rasgando melodías conclusas.
Mujer.
Eres de tierra y no de asfalto.
Llevas el negro terrón en tu alma y
los verdes mordidos del pasto a dentelladas
Eres la agreste morada donde el horizonte
se pierde en la mirada.
Llevas el sudor de la azada en tus poros
y cuando la noche resalta tus pestañas
pierdo las estrellas bajo el velo de tus párpados.
nacida donde el tiempo eterno
acumuló sus mañanas.
En los días de estíos y
las noches estiradas de gélidos inviernos
Como el sol quemante de la siesta
plena en la altura del silencio
donde el cielo equipa sus aguaceros y
la vida se desliza en los rastrojos.
Cuando tus labios de grieta
flexible se pronuncian en reflejado
arroyo,
en la oquedad del surco
estallan frutos maduros y
el tulipán hembra engorda con el cerezo,
bajo la sonata del ceibo acústico
rasgando melodías conclusas.
Mujer.
Eres de tierra y no de asfalto.
Llevas el negro terrón en tu alma y
los verdes mordidos del pasto a dentelladas
Eres la agreste morada donde el horizonte
se pierde en la mirada.
Llevas el sudor de la azada en tus poros
y cuando la noche resalta tus pestañas
pierdo las estrellas bajo el velo de tus párpados.
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina
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