Vivo en tu boca
El mapa blanco de tu cuerpo
es una sustancia nívea de albor
tan blanquecino que he pintado
mis labios con cruces rojas sedientas,
marcándote con el humor de telaraña
que fluye de mi boca.
Era el tiempo de uvas verdes amor,
algo cantaba en el puerto
de tu maduro vientre.
Eran albricias de grillos danzantes,
vuelo de golondrinas agitando mis labios
ávidos, festejando ternura de lana misa
Las locas aguas
subían a tu boca
en el vértice de tus campanas
donde sonaba el río
como la espiga metálica que golpea los bronces
Abres tu boca y yo vivo en ella
la tempestad y el frío,
el calor del ápice en el músculo elástico,
obnubilado de gotas que exprimen
los gajos de tu profundo cuarto
Pétalo partido en medio de un rayo,
he llegado a silenciar tu palabra
en el cruce de cuatro labios
que se cierran como claveles nocturnos
bajo el rocío de ensueño acorralado.
Se principian en gotas
hasta ser marea de espuma,
agua de manantial que brota y
no hay tajamares ni diques que detengan
los fluidos en que naufragamos
Intercambiamos frutos que tiemblan
en la orilla filosa de osados labios,
que cercenaron la distancia
hasta plegarse como un tejido
de algodón humedecido
en el estanque vivo
de nuestros pistilos amantes
Con los ojos cálidos de estío,
en un tiempo sin nombre uncido
dos cuerpos cosechan su siembra.
es una sustancia nívea de albor
tan blanquecino que he pintado
mis labios con cruces rojas sedientas,
marcándote con el humor de telaraña
que fluye de mi boca.
Era el tiempo de uvas verdes amor,
algo cantaba en el puerto
de tu maduro vientre.
Eran albricias de grillos danzantes,
vuelo de golondrinas agitando mis labios
ávidos, festejando ternura de lana misa
Las locas aguas
subían a tu boca
en el vértice de tus campanas
donde sonaba el río
como la espiga metálica que golpea los bronces
Abres tu boca y yo vivo en ella
la tempestad y el frío,
el calor del ápice en el músculo elástico,
obnubilado de gotas que exprimen
los gajos de tu profundo cuarto
Pétalo partido en medio de un rayo,
he llegado a silenciar tu palabra
en el cruce de cuatro labios
que se cierran como claveles nocturnos
bajo el rocío de ensueño acorralado.
Se principian en gotas
hasta ser marea de espuma,
agua de manantial que brota y
no hay tajamares ni diques que detengan
los fluidos en que naufragamos
Intercambiamos frutos que tiemblan
en la orilla filosa de osados labios,
que cercenaron la distancia
hasta plegarse como un tejido
de algodón humedecido
en el estanque vivo
de nuestros pistilos amantes
Con los ojos cálidos de estío,
en un tiempo sin nombre uncido
dos cuerpos cosechan su siembra.
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina
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