Fue más que ingratitud
Fue más que ingratitud la mía
dejarte Jesús a mis puertas esperando,
cuando paciente y amoroso tocando
pasabas las horas de un árido día;
dejarte Jesús a mis puertas esperando,
cuando paciente y amoroso tocando
pasabas las horas de un árido día;
Mientras yo, tosco e indiferente,
giraba la llave de la cerradura,
afuera los rayos del Sol ardiente
doraban el blancor de tu frente pura.
giraba la llave de la cerradura,
afuera los rayos del Sol ardiente
doraban el blancor de tu frente pura.
Me asomé y vi desde mi ventana
cuan paciente llamabas aunque no te abría
y dije: Tal vez le abro si vuelve mañana...
Fue más que ingratitud la mía.
cuan paciente llamabas aunque no te abría
y dije: Tal vez le abro si vuelve mañana...
Fue más que ingratitud la mía.
De pronto la noche se acercaba.
Mi alma sufría las horas inciertas.
Afuera tu mano apacible tocaba
y tu voz armoniosa tan dulce llamaba
que sentí el impulso de abrirte mis puertas.
Mi alma sufría las horas inciertas.
Afuera tu mano apacible tocaba
y tu voz armoniosa tan dulce llamaba
que sentí el impulso de abrirte mis puertas.
Y entraste, y esperaba ver mil enojos
dando con ímpetu contra mi alevosía,
pero vi la dulzura que había en tus ojos.
Fue más que ingratitud la mía.
dando con ímpetu contra mi alevosía,
pero vi la dulzura que había en tus ojos.
Fue más que ingratitud la mía.
Y así dije: ¡Cuan amor sublime y divino!
¡Cuanta gracia para este pobre mendigo!
al oír tu voz suave como un trino
decir: Esta noche cenaré contigo...
¡Cuanta gracia para este pobre mendigo!
al oír tu voz suave como un trino
decir: Esta noche cenaré contigo...
Colaboración de Raúl Navarro
Nicaragua
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